miércoles, 11 de abril de 2007

¡Un regreso espeluznante!

Un perro muerto, grandes filas de automóviles, autobuses y demás enseres con llantas para rodar y transportar personas era lo que se veía sobre la carretea Puebla-México. Me leeré medio trágica, pero hasta autos chocados y policías federales tratando de sacar tajada, o quizá ayudar a los pobres automovilistas (no quiero ser tan mal pensada, sobre todo porque acaban de pasar los días santos), así era el panorama del domingo por la tarde sobre la carretera que conduce a Puebla y luego al DF.
Todos los autos a vuelta de rueda, el chofer una que otra vez frenaba medio brusco que te despertaba si es que intentabas medio dormitar, quizá quería traer a todos despiertos para ver aquellas escenas y que no sólo nos las contarán por televisión.
Yo al lado de una extranjera, a quien observaba de reojo y ella también a mí. Se le veía sorprendida por los grandes remolinos que se paseaban por los campos de Puebla, las colonias de esta ciudad fueron maquilladas en su totalidad por este polvo blanco, no se alcanzaba a ver más allá de 100 metros a consecuencia de los remolinos y también por el paso de automóviles que circulaban por calles de terracerías buscando vías alternas para poder llegar a su destino.
El cálculo era llegar a las 6 de la tarde a la ciudad del smog, pero no, la llegada fue a las 8:30 de la noche, nunca me imagine vivir un regreso de vacaciones al DF, a todo lugar, menos a esta ciudad tan grande, sólo lo había escuchado en las noticias, que era un vía crucis y sí que lo es.
Así que si de pagar manda en Semana Santa se trata, juro que sí la pague al regresar de Oaxaca al DF.

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